RESEÑA

Inició sus estudios en la Pontificia Universidad Católica del Perú y los culminó en el Institut Supérieur de Philosophie de la Université Catholique de Louvain donde se doctoró en filosofía con la tesis “Filosofía primera y fundamentos últimos en las Meditaciones cartesianas de E. Husserl”. Es profesora principal y Directora del Centro de Estudios Filosóficos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en donde fue Directora de los Estudios de Posgrado en Filosofía (2001-2016). Ha dictado cursos en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón, Universidad de Lima, Escuela Superior de Pedagogía y Filosofía “Antonio Ruiz de Montoya” y la Escuela de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima-Perú. Asimismo, ha dictado cursos de posgrado en la Universidad Católica Argentina y la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Es Secretaria del Círculo Peruano de Fenomenología y Hermenéutica desde 2004 y del Círculo Latinoamericano de Fenomenología desde 1999. Es autora de Husserl en diálogo, lecturas y debates, (Bogotá 2012), El exilio del sujeto, mitos modernos y posmodernos (Bogotá 2015), y La agonía de la razón, reflexiones desde la fenomenología práctica (Madrid 2015). Ha editado El pensamiento de Husserl en la reflexión filosófica contemporánea (Lima 1993), e Interpretando la experiencia de la tolerancia /Interpreting the Experience of Tolerance (Lima 2007). Ha co-editado con Macedo Duarte, André y Antonio Zirión Quijano (eds.), Phenomenology 2010, Vol. 2, Selected Essays from Latin America – Traversing Multifarious Dimensions of Worldly Phenomenology (Bucharest 2010); y con María Jesús Vásquez Lobeiras, La razón y sus fines. Elementos para una antropología filosófica en Kant, Husserl y Horkheimer (Hildesheim 2013). Co-edita con Kathia Hanza Estudios de filosofía (PUCP), y con Antonio Zirión Q. el Acta Fenomenológica Latinoamericana.

Rosemary en su texto aborda la violencia de género en cuatro tiempos. Primero, desde una interpretación global de la violencia en la historia humana, especialmente en la modernidad occidental. Enseguida, ilustra diversas manifestaciones de la violencia de género, siempre en el marco de interpretación global de la historia occidental, refiriéndose a ciertos casos paradigmáticos. En tercer lugar, señala algunos cuestionamientos críticos y reacciones que se dan contra la práctica y la racionalización de la violencia de género (en su sentido lato) desde la modernidad. Finalmente, desde la concepción fenomenológica de la persona humana encarnada y mancomunada y el entretejimiento entre todas las esferas (emotiva, volitiva y cognitiva) de la conciencia y la razón humanas en general, intenta replantear el problema apelando a una noción de humanidad —que involucra a todas las identidades sexuales por igual, independientemente de sus diferencias— cuya racionalidad más elevada comprende su arraigo en el ámbito instintivo más profundo del mundo de la vida, ergo, su finitud.

En términos generales, se plantea la idea de que la violencia que se vuelca sobre los seres humanos, ya sea hacia la mujer, comunidad LGTBIQ, niño o adulto, miembro de una cultura, etnia, raza, lengua, religión o ideología distinta radica en que se ve al prójimo desde una mera exterioridad cósica, es decir, como un objeto, sin vida interior sintiente y consciente. Rosemary dice que esta idea debe cambiar y para ello se requiere de una transformación de la conciencia, se necesita del esfuerzo de reconocer en el prójimo su dimensión práctico-moral de persona, de sujeto espiritual de derecho, de vida que se vive en primera persona afectada por el mundo y actuando en él en “relaciones de intracomprensión” y comunicación mutua.

Piensa que, interrogando retrospectiva y autocríticamente en las profundidades del sujeto, descubriendo en su vida instintiva una tendencia teleológica hacia la razón, víctimas y victimarios reconocerán en sí mismos la fuente última de su autorresponsabilidad y, así, la posibilidad de un “nuevo amanecer”. Los victimarios deben analizar sus motivaciones irracionales (instintivas) y el daño de las legitimaciones racionales de sus acciones violentas, abriéndose a la posibilidad de una transformación existencial; las víctimas deben reconfigurar sus identidades y dignidad personal, de esta manera podrán levantar el vuelo como el ave fénix desde las cenizas de la desesperanza e incredulidad.